A veces me tumbo en mi cama y comienzo a rememorar todos esos años que siguen dentro de mi y se niegan a irse. Los saco de vez en cuando para quitarles el polvo y porque no, para sonreír o llorar según como me encuentre ese día. Los tengo ordenados, todos ocupan un lugar importante, pero sobre todo hay un recuerdo que no deja de perseguirme. Con el tiempo he aprendido a sobrellevarlo. Ya no lloro cada vez que veo su reflejo o escucho su voz tan nítida y clara pero a la vez tan lejos de mi. Tampoco le confundo con cualquier ser viviente que me cruzo por las calles. Perdí esa esperanza hace tiempo también. Supongo que si que es verdad eso de que las cosas cambían pero...¿Sabeís una cosa? Los recuerdos no. Es lo único que se conserva tal y como fueron. Buenos o malos. Y me gusta recordar aunque a veces duela.
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